La primera parte de la Unión Deportiva Las Palmas ante el Real Betis (2-2) fue antológica, de parabólica, como diría Maldini. El marcador reflejaba un 1-0 y tenía que haber terminado con un 2-0 como premio a ese juego inteligente, elegante y efectivo. Pero así es el fútbol. El árbitro y sus asistentes están para interpretar acciones concretas; unas veces aciertan y otras se equivocan. Pero esa es otra historia, porque nada tiene que ver con el resultado final. Lo importante es que el equipo impuso el mismo ritmo de juego y la misma verticalidad que ha practicado desde el primer partido de Liga. Insistimos: hay futuro con esta plantilla y con esta filosofía.
La segunda parte fue otra cosa. Al equipo le costó encajar el empate (1-1) y luego el mazazo del marcador adverso (1-2). Cuando reaccionó y logró el empate con un fenomenal gol de falta de Sergio Suárez faltaron cinco minutos más para cambiar la igualada por la victoria. Pero esto es un juego y no una fórmula matemática. Además, nos enfrentábamos al que posiblemente es el mejor equipo de la categoría y uno sale del recinto de Siete Palmas con la sensación de que se siguen haciendo bien los deberes.
Pero los verdaderos protagonistas del partido en el Estadio de Gran Canaria fueron los aficionados, esos 25.000 seguidores que estuvieron animando a los amarillos durante los 90 minutos de juego. Con un respaldo así y el trabajo que está desarrollando el equipo técnico que lidera Paco Jémez hay suficientes motivos para dejar de soñar y pensar que estamos ante una hermosa realidad. Lo dijo, incluso, el entrenador visitante Pepe Mel en la rueda de prensa posterior al encuentro: “Espero que el futuro premie el buen juego de la Unión Deportiva Las Palmas”. Todos esperamos que así sea, por el bien del fútbol y de la UD.
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