sábado, 19 de febrero de 2011

EL VALOR DE LA ENTEREZA

El escritor norteamericano Ernest Hemingway cuenta en El viejo y el mar  la lucha de un hombre y un pez, solos frente a frente, como una parábola de la derrota y el destino. El premio Nobel de Literatura trata de explicar que si un hombre hace frente con valor a su destino y lo acepta con entereza, luchando hasta el límite de sus fuerzas, nunca podrá considerarse derrotado.  Porque, y cito textualmente,  “el hombre no está hecho para la derrota; un hombre puede ser destruido, pero no derrotado”.

Me viene a la memoria este fragmento de El viejo y el mar tras el partido entre la UD Las Palmas y el Villarreal B (2-2), porque después de la humillante derrota ante el Alcorcón parecía que el equipo amarillo había entrado en un pozo oscuro donde era difícil ver la luz. Paco Jémez, que muchos daban ya por sentenciado, aceptó el destino con entereza y como el personaje de la novela luchó hasta el límite de sus fuerzas para superar los peores siete días desde que llegó al club. Y tuvo su recompensa: el abrazo de sus jugadores tras lograr Javi Guerrero el 2-1 al filo del descanso. Jémez quizás pensaría en ese momento que puede ser destruido, pero no derrotado.

Porque el empate ante el filial del Villareal sabe victoria tal y como se estaba desarrollando el partido. La UD se quedó en el minuto 37 con un jugador menos tras ver la segunda amarilla Matías Lequi en la segunda falta que cometió cuando ya perdía por 0-1. Jémez tuvo que recomponer la defensa pasando a Ruymán al centro y retrasando a Sergio Suárez a lateral. Y fue precisamente el canterano el que sacó una genialidad rematando desde el borde del área un balón suelto que supuso el empate. El gol despertó a los amarillos y a la grada.  Mas que despertar lo que hizo fue resucitar el juego porque cuatro minutos después Javi Guerrero logró el 2-1 en una jugada personal tras un certero pase de Quero. Fue el delirio en las gradas y hasta el entrenador canario dejó escapar una lágrima testaruda cuando los jugadores lo celebraron con él junto al banquillo.

Quedaba la segunda parte, un mundo por delante. Y a los cuatro minutos, lo peor. El Villarreal lograba igualar el partido en una rápida jugada de contraataque. Se temía lo peor, pero la UD sacó su garra y su juego. Cuando el jugador visitante Truyols fue amonestado con una segunda tarjeta amarilla y tuvo que marcharse a la caseta, los amarillos fueron a por el partido con el buen juego que desarrollaban en las primeras jornadas. Y casi lo logran. Javi Guerrero y en dos ocasiones el canterano Randy, que había sustituido a Quero, tuvieron la victoria en sus botas. Hubiera sido la felicidad completa.

Destruido, pero no derrotado. La frase de Hemingway es también una metáfora de la vida. Porque cuando se lucha hasta el límite, incluso por encima de las fuerzas físicas, un hombre no puede ser derrotado jamás.  
 

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