sábado, 12 de marzo de 2011

ALGO MAS QUE TRES PUNTOS

El recuerdo a Juanito Guedes en el Estadio de Gran Canaria con motivo del cuarenta aniversario de su fallecimiento fue un buen presagio. Porque la UD Las Palmas ganó al Real Valladolid (2-0) gracias el esfuerzo, el sacrificio y el espíritu colectivo de un equipo que no conocía la victoria desde el pasado mes de noviembre. Demasiado tiempo. En el camino, muchos goles encajados y un estilo de juego vistoso pero poco efectivo. Ahora se reencuentra con el triunfo y con una afición que, como en los mejores tiempos, volvió a corear el “pío, pío”.

Juan Manuel Rodríguez lo advirtió desde el primer día que cogió las riendas del equipo. “No se puede seguir jugando de forma preciosista a costa de perder”, dijo mas o menos. Se está en puesto de descenso y lo más importante ahora es sumar puntos. El partido ante el Valladolid es un ejemplo de esta filosofía. Primero: un duro y ordenado trabajo defensivo. Segundo: aprovechar los contraataques para marcar. Hubo momentos de la primera parte en que los visitantes dominaron y tuvieron dos clarísimas ocasiones de marcar. Pero esto es fútbol y no una ciencia exacta. La UD marcó en el minuto 42, cuando todo el mundo daba por bueno el empate en el descanso con una jugada de libro. Pedro Vega hizo un bello recorte que dejó en el suelo a Nauzet Alemán y su centro fue rematado por Josico de forma espectacular en el segundo palo. Imparable.

La segunda parte fue otra cosa. Porque la UD supo manejar a su antojo el partido y no dejó que el Valladolid hiciera el juego que desarrolló los primeros 45 minutos. De hecho apenas tiró a puerta. La cuestión era dejar pasar el tiempo renunciando a los ataques alocados para evitar que la defensa quedara desguarnecida. Y así fue, hasta que llegó el minuto 79. Armiche, que había salido junto a Pollo en el minuto 46, hizo una endiablada jugada personal en el área y marcó su primer tanto en la temporada. Fue el delirio en las gradas (por fin, el “pío, pío”) y la tranquilidad hasta que el árbitro pitó el final del encuentro.

Una victoria que significa algo más que tres puntos. Significa, por ejemplo, devolverle la fe y la moral a un conjunto que estaba roto. Y llevar de nuevo la alegría a la afición, que supo animar de los amarillos los 90 minutos. Uno, que es agnóstico desde que tiene uso de razón, va a terminar creyendo en el precepto mahometano que dice que la fe mueve montañas. Había que preguntárselo a ese cura católico que Juan Manuel Rodríguez llevó a la caseta. Porque en esto de creencias todas las religiones son iguales…
      

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