sábado, 13 de noviembre de 2010

TIEMPO DE SILENCIO

Otra decisión arbitral errónea en los minutos de descuento impidió la victoria de la UD Las Palmas ante el Girona (1-1). Un penalti inexistente, reconocido así hasta por el jugador visitante Kiko Ratón al final del partido, vuelve a restar dos puntos a un equipo que puso el juego, la clase y hasta las oportunidades. Nunca un equipo hizo tan poco para llevarse tanta renta del Estadio de Gran Canaria. Decir a estas alturas que el fútbol es así es un consuelo de tontos. Pero ya son dos encuentros seguidos (Elche y Girona) en los que se han perdido cuatro puntos en los minutos de descuento. Volvemos a chocar con la fortuna y el destino.

Pero no hay que achacarlo todo al error del árbitro. La UD tuvo que hacer dos cambios en la primera parte por las lesiones de Josico y Armiche. Así y todo, tras el descanso el equipo volvió a controlar el partido superando la incertidumbre del último cuarto de hora del primer periodo. Incluso pudo marcar en magistrales jugadas de David González y Jonathan Viera. Pero una absurda jugada de Samuel, que le costó la expulsión junto al jugador visitante Chechu, obligó a Paco Jémez a realizar un tercer cambio por circunstancias técnicas y no por el juego que se estaba desarrollando. El equipo se rehízo y superó los ataques visitantes hasta que llegó el presunto penalti en el minuto 90. Y con el empate, la decepción.

Paco Jémez  hizo un planteamiento realista en la rueda de prensa posterior al partido: “Olvídense del pelotón de cabeza con los errores que estamos cometiendo en el terreno de juego; tendremos que seguir trabajando día a día para lograr los 51 puntos que nos garantice la permanencia”. La reflexión del entrenador amarillo me recuerda a una frase de Miguel de Unamuno, autor de Del sentimiento trágico de la vida: “El modo de dar una vez en el clavo es dar cien veces en la herradura”. Esperemos que ante el Salamanca, a pesar de los lesionados y las ausencias por tarjetas (Samuel y Cejudo), la UD vuelva a dar en el clavo y no en la herradura.

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