jueves, 31 de marzo de 2011

EL ESTADIO Y LAS PISTAS

No hay que hacer ningún esfuerzo para comprobar que el Estadio de Gran Canaria no es un campo de fútbol; es un recinto deportivo con pistas de atletismo que también se utiliza para la práctica del fútbol. Basta con visitarlo y asistir a un encuentro para encontrar la diferencia con cualquier campo de fútbol español de reciente construcción: Nuevo Carlos Tartiere (Oviedo), Nuevo Los Cármenes (Granada) y más recientemente el nuevo estadio del Club Deportivo Español de Barcelona. Los tres son ejemplos de lo que es un campo de fútbol, en donde el público se encuentran a escasos metros de los límites del terreno de juego.

Los aficionados de la UD Las Palmas mostraron su oposición a las pistas de atletismo desde que fue presentado el proyecto del Estadio de Gran Canaria. Pero la decisión se tomó al más puro estilo estalinista y el clamor de los seguidores amarillos cayó en el saco del olvido.  Quién tomó o quiénes tomaron la decisión política de construirlo se equivocaron porque desde el día de su inauguración, en el año 2003, no se ha celebrado una,  ni siquiera una sola,  competición oficial de atletismo. Es decir, no han servido para nada.

Hace unos días el presidente de la entidad amarilla, Miguel Ángel Ramírez, ha mantenido diversos encuentros con políticos de distinto signo ideológico para trasladarles, por enésima más, el sentimiento de los aficionados desde el primer momento: acabar con las pistas de atletismo y acercar el público al terreno de juego. Les ha presentado un anteproyecto donde se muestra la viabilidad de convertir las pistas en gradas, aumentando el aforo hasta los 40.000 espectadores. Unos se han mostrado favorables a la idea, otros consideran que la inversión económica sería muy grande en los tiempos de crisis que estamos viviendo y los terceros piden prudencia, es decir “vamos a dejar eso quieto”, como me dice siempre un amigo del alma cuando no quiere abordar un tema determinado.

Sin embargo, uno piensa que si no se encuentran soluciones es porque no hay una voluntad política de resolver el problema. Hay otro camino, complejo y a largo plazo, pero lo hay: la construcción de un nuevo campo de fútbol por parte de la sociedad amarilla. Muchos calificaran la idea de utópica y hasta es posible que lo sea en estos tiempos. Pero quién sabe si en el futuro la UD Las Palmas encuentra inversores dispuestos a acompañar a Miguel Ángel Ramírez en el sueño de llevar al equipo a la grandeza de lo que fue en los años sesenta y setenta, incluso hasta las cotas de la UEFA. Si lo ha hecho el Villarreal en una ciudad de 51.000 habitantes, ¿no lo puede hacer la Unión Deportiva en una urbe de 383.000?

Si el que esto escribe estuviera en la piel del presidente ya estaría buscando terrenos que puedan recalificarse en el futuro para el uso deportivo en el triángulo Las Palmas de Gran Canaria-Telde-Arucas. Es posible y deseable. Pero esta solución plantearía un nuevo y definitivo interrogante: ¿Qué sentido tendría el Estadio de Gran Canaria si la UD Las Palmas tuviera en propiedad  un campo de fútbol? Que los políticos, que tienen la última palabra, reflexionen y decidan. Y que no vuelvan a equivocarse.

sábado, 26 de marzo de 2011

EL DANDI

Jonathan Viera acababa de salir al terreno de juego. Apenas había participado en dos o tres jugadas cuando recibió un balón certero en la banda izquierda. Con su habitual maestría se llevó el esférico casi hasta la línea de fondo arrastrando tras él a tres defensas del equipo visitante. Hizo un amago, luego otro y cuando parecía que iba a perder la posición del balón sacó un centro medido para que Mauro Quiroga rematara de fuerte disparo casi en la boca del gol. Una obra de arte. Y luego fue el delirio, en el campo y en las gradas. Un dandi, Jonathan Viera, que cambió el curso del partido ante la Ponferradina (1-0).

Decía José Lezama Lima, un escritor cubano que posiblemente no asistiera a un encuentro de fútbol en su vida, que “sólo lo difícil es estimulante”. El partido ante el equipo de Ponferrada fue estimulante por difícil, porque no fue fácil ganar a un colista que no merece ese puesto en la clasificación. La UD Las Palmas no encontró en la primera parte el camino para tumbar a un cuadro bien ordenado, correoso y con gran espíritu de lucha a pesar de situación. Es más, Juan Manuel Rodríguez no tuvo ningún complejo en hacer el primer cambio en el minuto 39 sentando a Aythami y haciendo entrar en el campo al argentino Mauro Quiroga. Dicen que rectificar es de sabios y él rectificó.

La segunda parte cambió el panorama. La UD se hizo con el control del partido llegando a la meta contraria con más peligro gracias a las incursiones de Sergio Suárez y Pedro Vega. Los dos tuvieron oportunidades de abrir el marcador en claras ocasiones, pero el balón no quería entrar. Hubo momentos en que parecía que el marcador electrónico terminaría en 0-0, resultado que no favorecía a ninguno de los dos equipos. Hasta que llegó Jonathan Viera y mandó a parar. Un buen prólogo del canterano ante la llamada de la Sub 21 de España para el encuentro con Bielorrusia.

Tres puntos, en definitiva, que saben a oro puro. Pero costó mucho ganarlos. Lo fácil fue lo que hizo Viera. Lo difícil es estimulante. Por eso la afición abandonó ayer el Estadio de Gran Canaria con una alegría contenida, como si se hubiera quitado un peso de encima. Al menos hasta la próxima semana. Pero esa será otra historia…

sábado, 19 de marzo de 2011

EL PARTIDO DEL AÑO

Hay personas que tanto en la vida como en el deporte, el arte o la política tienen la capacidad de convertir el revés en victoria. Juan Manuel Rodríguez es, con su pragmatismo endiablado, una de esas personas. Ha logrado enderezar el rumbo de la UD Las Palmas en cuatro partidos (dos victorias, un empate y una derrota) cuando todos los aficionados ya temían lo peor. Pero me llama la atención que sus primeras palabras en la rueda de prensa tras la victoria amarilla en Albacete (0-1) fueran éstas: “El partido del año es el que vamos a jugar el próximo sábado ante el Ponferradina; todo lo demás no me interesa”. Por eso digo que es un pragmático, porque sabe reducir lo verdadero a lo útil.

Pienso también, como él, que el próximo es “el partido del año”. Y como él creo que  la presencia masiva de los aficionados en el Estadio de Gran Canaria es fundamental para lograr, entre todos, el objetivo de mantener a la UD en la categoría de plata. Por eso admiro esa capacidad de Juan Manuel Rodríguez de olvidarse de los tres puntos que su equipo acababa de ganar para centrarse en lo verdaderamente útil.

En lo que respecta a lo futbolístico la victoria sobre el Albacete no pasará a la historia. Bueno, en todo caso, a la historia del pragmatismo deportivo. Porque no fue un encuentro para los amantes del buen juego bonito. Los dos equipos se jugaban mucho y no es el momento de las florituras. Eso se deja para más adelante. En todo caso, si hubo un equipo que puso destellos atractivos ese fue el amarillo. Ya a los 21 segundos de juego el colombiano Perea estuvo a punto de hacer el gol de la jornada y hasta de la Liga Adelante con un certero disparo desde el centro del campo que el portero local desvió con apuros a córner. También dejó patente la defensa canaria otra gran actuación (la portería volvió a quedar a cero) y destacar el sacrificio de todos los jugadores. Y por supuesto resaltar la soberbia actuación de Vicente Gómez en el centro del campo, un canterano que cada día crece como jugador.

Una anécdota: el detalle de Jonathan Viera de acercarse a la esquina del estadio donde se encontraban un buen puñado de seguidores amarillos para entregarle su camiseta. No jugó porque el partido no estaba para su estilo y la lesión de Pedro Vega obligó a otras estrategias, pero se unió como uno más para agradecer el esfuerzo de los aficionados que viajaron hasta Albacete. Un bello gesto del canario que estrena convocatoria con la selección Sub-21 de España.

El actor y cómico norteamericano Bill Cosby dijo en cierta ocasión: “No sé cual es la clave del éxito, pero la clave del fracaso es intentar agradar a todo el mundo”. Una frase que, sin duda, Juan Manuel Rodríguez hubiera hecho suya.

sábado, 12 de marzo de 2011

ALGO MAS QUE TRES PUNTOS

El recuerdo a Juanito Guedes en el Estadio de Gran Canaria con motivo del cuarenta aniversario de su fallecimiento fue un buen presagio. Porque la UD Las Palmas ganó al Real Valladolid (2-0) gracias el esfuerzo, el sacrificio y el espíritu colectivo de un equipo que no conocía la victoria desde el pasado mes de noviembre. Demasiado tiempo. En el camino, muchos goles encajados y un estilo de juego vistoso pero poco efectivo. Ahora se reencuentra con el triunfo y con una afición que, como en los mejores tiempos, volvió a corear el “pío, pío”.

Juan Manuel Rodríguez lo advirtió desde el primer día que cogió las riendas del equipo. “No se puede seguir jugando de forma preciosista a costa de perder”, dijo mas o menos. Se está en puesto de descenso y lo más importante ahora es sumar puntos. El partido ante el Valladolid es un ejemplo de esta filosofía. Primero: un duro y ordenado trabajo defensivo. Segundo: aprovechar los contraataques para marcar. Hubo momentos de la primera parte en que los visitantes dominaron y tuvieron dos clarísimas ocasiones de marcar. Pero esto es fútbol y no una ciencia exacta. La UD marcó en el minuto 42, cuando todo el mundo daba por bueno el empate en el descanso con una jugada de libro. Pedro Vega hizo un bello recorte que dejó en el suelo a Nauzet Alemán y su centro fue rematado por Josico de forma espectacular en el segundo palo. Imparable.

La segunda parte fue otra cosa. Porque la UD supo manejar a su antojo el partido y no dejó que el Valladolid hiciera el juego que desarrolló los primeros 45 minutos. De hecho apenas tiró a puerta. La cuestión era dejar pasar el tiempo renunciando a los ataques alocados para evitar que la defensa quedara desguarnecida. Y así fue, hasta que llegó el minuto 79. Armiche, que había salido junto a Pollo en el minuto 46, hizo una endiablada jugada personal en el área y marcó su primer tanto en la temporada. Fue el delirio en las gradas (por fin, el “pío, pío”) y la tranquilidad hasta que el árbitro pitó el final del encuentro.

Una victoria que significa algo más que tres puntos. Significa, por ejemplo, devolverle la fe y la moral a un conjunto que estaba roto. Y llevar de nuevo la alegría a la afición, que supo animar de los amarillos los 90 minutos. Uno, que es agnóstico desde que tiene uso de razón, va a terminar creyendo en el precepto mahometano que dice que la fe mueve montañas. Había que preguntárselo a ese cura católico que Juan Manuel Rodríguez llevó a la caseta. Porque en esto de creencias todas las religiones son iguales…