Felipe II estaba en uno de los humildes sillones del coro de El Escorial, donde se pasaba media vida, cuando una voz temblorosa le trajo la fatal noticia del desastre de la Armada Invisible por la superioridad de los ingleses y la furia del mar. Dicen los historiadores que con su serenidad y sangre fría habitual respondió: “Yo no mandé mis naves a luchar contra los elementos”. Igual que la UD Las Palmas en su derrota de la mañana del domingo ante el Celta de Vigo (2-0).
Paco Jémez, que sería en este caso Alonso de Guzmán, tuvo todos los elementos en contra para afrontar su partido en Vigo. Nada menos que seis bajas en su plantilla: tres lesionados (Josico, Vitolo y Randy), dos sancionados (David García y Jonathan Viera) y uno de viaje para regularizar sus papeles (el argentino Mauro Quiroga). Para más inri el equipo invirtió 24 horas en desplazarse desde Gran Canaria a Galicia, 12 de ellas en una guagua porque la salvaje huelga de un puñado de salvajes los dejaron tirado en el Aeropuerto de Madrid-Barajas.
Pero a todos estos elementos se tuvo que añadir otro en el minuto 14 del partido. Un centro desde la derecha casi intrascendente golpea accidentalmente en el pie de Aythami (que hizo un brillante partido) y se cuela en la portería de Barbosa. Era la primera jugada de peligro del Celta y hasta ese momento los amarillos dominaban el juego; incluso Javi Guerrero marcó un gol tres minutos antes que fue anulado por fuera de juego.
No es el Celta un equipo fácil de batir y tras recibir la UD el jarro de agua fría (por cierto, llovió a cantaros en Balaídos durante el choque), tuvo que emplearse a fondo para frenar su juego. También llegaron oportunidades de los amarillos para conseguir el empate, como un disparo cruzado de Perea que despejó con dificultad el meta Falcón (minuto 29) o el testarazo de Vicente desde el borde del área que rozó el poste derecho (minuto 43).
La segunda parte fue más de lo mismo. Por momentos, el empate estuvo más cerca que un segundo gol de los gallegos y los jugadores amarillos se dejaron la piel en el campo (Perea y Guerrero, fundidos, fueron relevados). Hasta que llegó el minuto 87 y Joan Tomás logró de un gran disparo la sentencia. Pero a pesar de la derrota, la UD dejó un buen sabor de boca con su juego y su entrega. No olvidemos que Jémez, como Felipe II, tuvo que luchar contra los elementos. Que no fueron pocos.
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