Jean-Michel Aulas es un empresario francés de 60 años del sector de la informática. Dijo en cierta ocasión que donde más aprendió como estudiante fue en las revueltas del mayo francés del 68, en París: “Lo primero es la máxima de Cohn Bendit del ‘prohibido prohibir’. La empresa, como el fútbol, como la política, es la actitud. Hay que tener carisma, ganas y pasión”. Quien habla así es, además de empresario de éxito, el presidente del club de fútbol Olympique de Lyon.
El Olympique es el club más prolijo de Francia en la última década. Es un extraño modelo de gestión económica y deportiva. No hay otro club en Europa que, en los últimos años, haya sido capaz de convertirse en un habitual de la Champions alimentándose exclusivamente de fondos propios. Cuando Jean-Michel Aulas asumió la presidencia del Lyon en 1987 (tenía entonces 38 años) profetizó que el fútbol se encaminaba hacia un nuevo modelo de gestión inspirado en principios del mundo estrictamente empresarial. No se equivocó.
En una entrevista que le concedió al periódico El País, Jean-Michel Aulas afirmaba que los clubs europeos estaban al borde de una transformación muy grande. Decía que el sector se encontraba en una burbuja especulativa que aún no había explotado, como ya lo ha hecho la de Internet, la financiera o la inmobiliaria. “Es preciso, sentenció, diseñar un sistema de reglas para evitar el crack; como siempre que hablamos de burbujas, solo hay una cosa que permite amortiguar su estallido: un aporte masivo de capital”. Y añadía que era necesario que los dirigentes del fútbol, sobre todo la UEFA, participen de la solución porque de lo contrario el remedio será más destructivo que el problema.
El presidente del Olympique de Lyon cree que la solución tiene tres vertientes. La primera es acabar con el flujo de dinero que van a parar a los intermediarios en lugar de invertirse en construir buenos estadios y centros de formación para generar nuevos jugadores. Esto ha desencadenado un proceso inflacionista en los salarios de los jugadores y en los precios de los traspasos. Jean-Michel Aulas es partidario de poner un techo a las comisiones y a la cantidad de traspasos en los que participan los agentes, porque, y cito textualmente sus palabras, “no es sano que haya agentes vendiendo al mismo jugador todos los años y cobrando sin límites”.
La segunda propuesta se refiere al límite de jugadores profesionales que pueda tener un club y aboga por dar libertad total para fichar a los menores de 22 años y así impulsar las canteras. Y una tercera medida, que debe tomar la UEFA: definir las reglas del equilibrio presupuestario de los clubes en relación directa a los recursos propios. Pone un ejemplo: “Hoy tenemos a Moratti [Inter], a Berlusconi [Milán], a Abramovich [Chelsea], etc., inyectando dinero a unos equipos que son filiales de una compañía matriz. Si un día la inyección de dinero se corta, esos clubes entrarán en quiebra y arrastrarán a la quiebra a todo el sistema”.
Jean-Michel Aulas y el presidente de la UD Las Palmas, Miguel Ángel Ramírez, además de coincidir en uno de los nombres de pila, son también empresarios con carisma, ganas y pasión. Y si nos fijamos en la filosofía de trabajo del presidente del Olympique, vemos que Miguel Ángel Ramírez está en el mismo camino: invertir en el fútbol base con nuevas instalaciones o centros de rendimiento, evitar costosos traspasos que erosionan las arcas del club y comprar a coste cero y vender posteriormente para capitalizar a la sociedad deportiva. Una política, por cierto, que comienza a dar frutos.
Miguel Ángel Ramírez, a diferencia de Jean-Michel Aulas, no estuvo en París durante el mayo francés ni estuvo matriculado en la universidad. Pero decía el tristemente desaparecido Manuel Vázquez Montalbán que se aprende más en los pasillos que en las aulas. La forma en que ha logrado sacar adelante el proceso de la concursal y salvar a la UD Las Palmas de una muerte anunciada, siempre con la ayuda de un excepcional puñado de colaboradores, vale más que un máster de Columbia o Harvard. Ahora solo falta que lleve a la UD a la Primera División y luego a Europa. Y quién sabe si nos llega a tocar el Olympique de Lyon en el sorteo. Al fin y al cabo, soñar no cuesta nada.